lunes, 18 de abril de 2016

Picoesquinas (continuación4)

Continuó durante cinco bocacalles más, viendo de soslayo su imagen reflejada en los escaparates de los comercios, aún ―o ya― cerrados. Siguió hasta la cafetería del viñales y allí torció a su derecha, luego a su izquierda. Se detuvo en el semáforo y, cuando verde, atravesó la avenida hacia el parque. Siguió recto entre los setos de aligustre hasta alcanzar la fuente de los tres apóstoles. Luego dobló la esquina y siguió por la acera de la derecha. Cruzó las tres calles siguientes y torció, en la cuarta, a su izquierda. Entró en el parque por la puerta de los emigrados y tomó el primer camino de la derecha. Al llegar al párking torció por la bocacalle de la derecha y cruzó la avenida por el paso subterráneo (no utilizó la rampa para discapacitados sino las escaleras adyacentes). Salió de nuevo a la superficie, torció dos calles a su derecha, tres a la izquierda y luego otra a la derecha hasta enfilar el paseo marítimo. Cruzó el paso de peatones detrás de la señora del carrito de la compra, a la que adelantó justo antes de llegar a la otra acera. En la sexta bocacalle giró a su derecha, dos bocacalles más adelante a su izquierda y, al llegar al chaflán del anís del mono, de nuevo a su izquierda. Aquí torció de nuevo a su izquierda y embocó la calle ancha, que siguió por su bulevar central, sorteando los chiringos protegidos del sol con sombrillas de colores, la mayoría verdes (alguna morada, desentonando). Al rato se lo vio atravesando los soportales de la plaza mayor en dirección a la fuente central, cuya agua rebelde le salpicó los zapatos, y siguió recto un cacho.

lunes, 11 de abril de 2016

Picoesquinas (continuación3)

Torció entonces a la derecha, y después, donde la tienda de ultramarinos, a su izquierda. Salió de la plaza por la puerta de san ginés y tomó la calle adyacente. Se detuvo en el quinto semáforo, para cruzar, y continuó por la calle perpendicular. Atravesó después el pórtico de la victoria y embocó la calle de la izquierda. Luego continuó durante cinco bocacalles más, viendo de soslayo su imagen reflejada en los escaparates de los comercios, aún ―o ya― cerrados. Siguió la calle hasta el chino de la esquina y aquí torció a su derecha. Llegó a la puerta del serbal, que atravesó para salir del parque y siguió por la calle que delimita el gran jardín. Salió a la superficie y giró dos calles a su derecha, tres a la izquierda y luego otra a la derecha hasta enfilar el paseo marítimo. Continuó hasta la cafetería del viñales y allí torció a la derecha, luego a la izquierda. Entró en el parque por la puerta de los emigrados y tomó el primer camino. Al llegar al párking torció por la bocacalle de la derecha y cruzó la avenida por el paso subterráneo (no utilizó la rampa para discapacitados sino las escaleras adyacentes). En la sexta bocacalle giró a su derecha, dos bocacalles más adelante a su izquierda y, al llegar al chaflán del anís del mono, de nuevo a su izquierda. Cruzó las tres calles siguientes, torció, en la cuarta, a su izquierda y siguió recto un cacho.

lunes, 4 de abril de 2016