lunes, 28 de diciembre de 2015

Uva errante

Sostenía en la mano un cuenco de cristal con doce uvas. Era su primera vez. Estaba frente al televisor, con la familia. “Tienes que tomártelas ―le habían dicho― de una en una a medida que suenen las campanadas”. Y de pronto: “dong”, la niña se mete en la boca la primera uva; “dong”, la segunda. “Dong” a “dong”, la niña traga uva tras uva. Al coger la última, resbaló de su mano, cayó al suelo y siguió rodando, rodando. La niña se agachó, la perseguía, tenía que comérsela para cumplir el rito. La uva rebelde atravesó el umbral y salió al ribazo, donde se detuvo al pie de una mata de boj o de espliego, no recuerdo bien. La uva miraba a la niña con carita de. Entonces la niña dudó un instante… y decidió dejar la uva en aquel lugar, pensó que sería más feliz que en su barriguita, y que quizás allí podría tener hijitos y tralará. 

La niña ha cumplido cincuenta años. Ha celebrado muchos treintaiunos de diciembre con diferentes hijos, esposos, amantes o en soledad. Pero desde entonces siempre, siempre, siempre ha dejado la última uva en un lugar donde pudiera ser libre, dueña de su voluntad, de su rumbo, de sus sueños y de sus pepitas.

(Dibujo: Uva Galáctica o Explosión uvística de San Silvestre)

lunes, 14 de diciembre de 2015

lunes, 7 de diciembre de 2015

Secarral

La lluvia quiere caer
sobre la tierra reseca.
Pero la nube la arrastra,
la empuja hacia el mar
y entre sus olas la ahoga.
Los terrones lloran
lágrimas de polvo amargo.

(Foto: llueve sobre el Mediterráneo)