lunes, 26 de enero de 2015

El tejo, al fin

Dicen que a la tercera va la vencida y esta vez así ha sido. Encontré al fin el tejo casi milenario de Canencia (Miraflores-Madrid). Conocía más o menos su posición, pero nunca había conseguido llegar hasta él, oculto como se encuentra entre laderas cerradas, tras una roca, pegaíco al arroyo del Sestil. Por eso ha vivido tantos años, sin ser molestado mucho. Es ancho de base, mazacote de hechuras, no muy alto, hueco de tronco y habla con voz cascada por los años y la humedad. Tose. No me lo dijo, pero tiene artrosis, seguro. Sus ramas retorcidas, nudosas lo atestiguan. También parece tener mal genio, me dio la impresión de que no le gustó que besase su tronco musgoso. ¡A por el milenio, campeón!. La foto no es muy allá, pero da una idea de su aspecto.

Antes de encontrarlo y para fomentar mi morbo, hice un recorrido por la sierra alta, cubierta ese día por la nieve. Ahí van unas foticos.

La cascada helada, entrevista a través de los troncos de los pinos silvestres,

 Senda y nuestras huellas, las primeras humanas ese día.

Chupones de hielo, el moco congelado de la roca granítica.

Charco helado en el arroyo y palo queriendo salir (o entrar).

El hielo que jugaba a ser hoja.

Y el hito situado junto al tejo, que indica su catalogación como árbol singular.

En la Comunidad de Madrid hay unos 270 árboles catalogados como singulares. El más viejo de todos ellos es otro tejo (Taxus baccata) situado en el Valle del Lozoya, con una edad estimada en 1.000 años. Cabezota como soy, me he propuesto encontrarlo. A ver si lo consigo a la primera...

lunes, 19 de enero de 2015

Lovejoy


Llegaba desde las profundidades de la Nube de Oort cargado de ilusión, como queriendo emular a la estrella que guió a los magos hasta el portal de belén. La noche del 7 de enero alcanzó su distancia mínima a la Tierra, sonrió, hizo alguna cabriola, saludó a los humanos… pero el pobre cometa Lovejoy comprobó entristecido que pocos lo miraban. Desconocedores o indiferentes ante su existencia, los humanos nos ocupábamos de otros menesteres menos poéticos que el de contemplarlo, panda de materialistas, pensó. Y lloró (supongo). 

A mí su visita me ha recordado la película Bienvenido Mr Marshall, pero al revés. El Lovejoy venía lleno de ilusiones y regalos en estos días tan especiales, esperando una acogida como la del cantante de rock que entra en el escenario y miles de voces expectantes lo aclaman, pero se encontró un pueblo sin engalanar, desconocedor del camino estelar por el que se aproximaba, mayormente cabreado, sin un alcalde para recibirlo desde el balcón del ayuntamiento diciendo aquello de “como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación…”. Y ahora se aleja arrastrando su cola virgen, musitando quizás un “tanto esfuerzo pa ná”.  

Arrepentido, yo quise rendirle homenaje la noche del 10 de enero, ya en su huída, y subí con mi hijo Dani al alto de La Morcuera para tratar de verlo, fotografiarlo y pedirle perdón por mi indiferencia. Se vengó a su modo, dificultándonos su localización y ocultándonos su cola, que dicen que es verde, como la de los diablos. La foto difusa es una muestra de su justa venganza. 

Cuando pelaos de frío nos metíamos en el coche para reintegrarnos a esa cosa fea llamada civilización, me prometí a mí mismo, entre gimoteos, recibirlo como se merece, con banda de música, pancartas, fanfarrias, gigantes y cabezudos cuando regrese por estas coordenadas dentro de 8.000 años. Así sea.

Foto1 Dani: el Lovejoy es esa mancha difusa que se ve en el centro de la foto, lo prometo.
Foto2 Dani: mayor ángulo del cielo con la localización del cometa el 10 de enero de 2015, formando triángulo rectángulo con Rigel (Orion) y Aldebaran (Tauro).

lunes, 12 de enero de 2015

Marea


Recorrerte con las yemas
de mis dedos pausados,
retenidos, lentos.
Escribir sobre tu piel
diez renglones 
de palabras inventadas
y olvidarlas esta noche 
para reinventarlas mañana.

(Foto: huellas de ola mansa sobre la arena en una playa del sur)

jueves, 8 de enero de 2015

lunes, 5 de enero de 2015